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domingo, 27 de noviembre de 2016

Recife I: La capital del nordeste



A finales de Septiembre me trasladé a Recife. Una nueva experiencia por medio de Worldpackers me llevó a Arrecifes Hostel de Hostelling International, el viaje lo realicé con Blablacar (vale la pena usar todas estas aplicaciones al viajar, ya que te permiten mantener un mínimo gasto a la hora de recorrer y conocer lugares). En el hostel trabajé junto a Inés, Rosi con su risa inconfundible (raro que lo diga yo), y el personal de la noche Ellen y Juan. Avery cubría los francos y Roberta su simpática dueña. Mi relación con ellos comenzó bien ya que nomás al llegar me contaron del enano que se cayó de la cucheta de arriba la noche anterior y que nos dió de reír toda la semana (para un enano es como caer de un primer piso).

Vista del Barrio São José

Recife es la capital del estado de Pernambuco, con una población que ronda el millón y medio de habitantes es una ciudad organizada, en crecimiento y de las capitales brasileras que más han disminuído su índice de violencia en la última década (aunque aún se mantenga alto). La inseguridad en Recife se siente como en el resto de las ciudades del nordeste, los altos índices de desempleo, los bajos salarios, y la pobreza generan muchos delitos con lo que hay que estar con cuidado luego de oscurecer (17:30hs), y más aún en zonas con poco movimiento. Así y todo, sin dejarse llevar por el pánico, es una ciudad en la que se puede disfrutar de recorridos históricos, arquitectura, opciones culturales y playas. Recife fue también donde me encontré con viejos conocidos, Tavo, colega de FADU que lleva en Recife más de un año fue la primer persona conocida que encontré desde mi llegada a Brasil.

Con Tavo, compartiendo anécdotas de FADU / UNL

En cuanto al clima, es tropical, la humedad es alta y mantiene una temperatura equilibrada a lo largo del año que promedia los 26 grados. La ciudad es conocida como la "Venecia Brasilera" (aguantaaa) debido a la similitud fluvial con la ciudad europea: ríos, puentes e islas se entrecruzan, destacándose los ríos Beberibe y Capibaribe que desembocan en el Atlántico y los barrios Santo Antonio, Boa Vista, y Recife Antiguo.

BARRIO SANTO ANTONIO: Museos, Iglesias y Mercado São José
Estando en Barrio Setúbal, cerca del aereopuerto elegí el subte para llegar a este barrio, lleno de iglesias históricas y lugares que hacen a la cultura pernambucana. Al salir del subte se encuentra en esa última parada el Museo Ferroviario y la Casa de la Cultura, este lugar fue antiguamente una prisión (construída en 1850) y hoy es un centro de artesanías, ropas y comidas de la ciudad.

Museo Ferroviario

La prisión se encuentra en un punto céntrico de la ciudad, en esa época no existía tal temor a los presos, que intentaban integrarse en la vida cotidiana de la ciudad, con sus comidas y artesanías. Funciónó hasta 1963 cuando la superpoblación presidiaria llevó a trasladar a los presos y comenzó a abrigar a la producción cultural del estado. Los negocios funcionan dentro de las celdas, manteniendo sus rejas originales.


Casa de la Cultura
Celda

Al salir de ahí seguí caminando unas cuadras y pasé por algunas iglesias históricas: la Basílica Nossa Senhora do Carmo, cuya construcción demandó más de 100 años concluyendo en 1767, bajo la Ordem do Carmo, provenientes de la rama de las carmelitas, quienes llegaron a Brasil a fines de SXVI oriundas de Portugal e instalaron su primer convento en Olinda (muy cerca de Recife). Nossa Senhora do Carmo es la patrona de la ciudad.

Basílica Nossa Senhora do Carmo

Luego encontramos la Iglesia São Pedro (1729), con su gran patio, de la Hermandad São Pedro dos Clérigos, creada a comienzos del SXVIII. El Patio de São Pedro alberga también 29 casas coloniales. En una época fue un gran centro de música sacra, y fue declarado Patrimonio Histórico y Artístico Nacional en 1938 por la IPHAN. La Iglesia Matriz de São José tiene más de 170 años (1844) y su estructura arquitectónica es la única del estilo neoclásico, a diferencia de las anteriores que eran rococó.

Iglesia São Pedro
Iglesia Matriz

Seguí por una larga avenida llena de ferias, gente, artesanías, objetos y comidas para llegar al Canto do Galo. Este lugar posee un récord Guinness, el Galo da Madrugada, fundado en 1978, es el bloco de carnaval más grande del mundo, la fiesta llega a juntar más de dos millones de personas.

Sede Canto do Galo

Siguiendo a pie llegué al Fuerte de 5 Puntas donde funciona el Museo de la Ciudad. El museo ofrece un recorrido por la historia de Recife y Pernambuco, con visuales, objetos y arte. Muy instructivo y con entrada gratis, vale la pena su recorrido.

Museo da Cidade
Escada de entrada

Otra iglesia pasó por el recorrido, en este caso la Basílica Nossa Senhora da Penha, un templo católico romano de la Ordem dos Frades Menores Capuchinos. El edificio de finales de SXIX presenta numerosas obras y esculturas de gran valor, dentro y fuera del mismo. Su arquitectura neorenacentista es única en la ciudad.

Basílica Nossa Senhora da Penha

Otro interesante lugar a conocer fue el Mercado São José, inaugurado en 1875 es el mercado público más antiguo de Recife (de los 24 que hay). y el primer edificio pre fabricado en hierro en el país. Posee la estructura neoclásica de los mercados europeos del SXIX y fue inspirado en el Mercado de Grenelle de París. Adentro se puede encontrar un mercado de artesanías, frutas, verduras, carne, pescado y ropas todo en el mismo lugar. El mercado es enorme y las ferias continúan aún por fuera del edificio, estableciéndose unos restaurantes cercanos que aprovechan los insumos baratos para tener precios únicos en la ciudad.

Mercado São José
Alrededores del edificio el mercado se expande en la calle

El siguiente punto histórico a conocer es el edificio del Diario de Pernambuco, fundado en 1825 en la plaza Independência, es el diario en circulación más antiguo de América Latina. Siguiendo el trayecto trazado, llegué a la Capela Dourada, una iglesia que abarca el Convento de Santo Antonio, en cuyo interior se encuentra el Museo de Arte Sacra.


Diario de Pernambuco
Capela Dourada

Pasando la Praça da República se encuentra el Palacio del Gobierno. Construído en 1841 sobre lo que era la sede de gobierno de Mauricio de Nassau, hospedó en 1859 a Pedro II, emperador de Brasil con su esposa e hijas, con lo cual fue reformado. En honor a las hijas de la familia imperial, la plaza pasó a conocerse como Campo das Princesas y el palacio como Palácio do Campo das Princesas. Frente al palacio se encuentra plantado un baobab, árbol que posiblemente inspiró a Antoine de Saint Exúpery en su paso por Recife, antes de escribir El Principito.

Palácio do Campo das Princesas

Antes de pasar al siguiente barrio, llegué al Teatro Santa Isabel. Nombrado así en honor a la hija del emperador Pedro II, es un ejemplo de la arquitectura neoclásica predominante en Brasil durante el SXIX.

Teatro Santa Isabel

BARRIO BOA VISTA
Atravesando el puente ya se pueden divisar dos edificios llamativos: la Asamblea Legislativa de Pernambuco (edificio de 1875) y el Centro de Enseñanza Experimental Ginásio Pernambucano, institución educativa que posee un museo dentro ya que es el segundo colégio más antiguo de Brasil (1825) y el más antiguo en actividad.

Asamblea Legislativa y Centro de Enseñanza Experimental

En la misma avenida se encuentra el Museo de Arte Moderno, en el cual recorrí una muestra de fotografía y una interesante intervención del espacio.

Museo de Arte Moderno

Luego pasé por la Facultad de Derecho, un predio histórico de comienzos del SXIX, con estilo predominantemente neoclásico, diseñado por el arquitecto francés Gustave Varin.

Facultad de Derecho, vista trasera.

La Facultad de Derecho existía desde 60 años antes en otro edificio. Fue declarado Patrimonio Histórico y Artístico Nacional y posee una biblioteca con más de 100,000 libros. Frente a la facultad se encuentra el Parque 13 de Maio, un parque de gran extensión con fuentes, paseos, plazas, juegos y una pequeña granja de animales. Ahí realicé un parate, antes de cruzar hacia el siguiente barrio.

Parque 13 de Maio

NEXT: El recorrido histórico continúa en Recife Antigo y Olinda, finalizando la ciudad con el paso por la reconocida playa de Boa Viagem.






viernes, 7 de octubre de 2016

Maceió, ciudad de playas


Maceió - Alagoas

Maceió es la capital de Alagoas, bordeada por hermosas playas con aguas verde claro, arena fina y cocoteros a lo largo de toda la costa. Piscinas naturales, ferias de artesanías y playas paradisíacas cercanas hacen de Maceió un lugar turístico increíble para visitar y esa fue mi segunda parada.

Arena, sol y mar

CONOCIENDO MACEIÓ
Me instalé en Ponta Verde Hostel a través de Worldpackers, realizando trabajos de community manager, diseño y posicionamiento web. Barrio turístico, estaba a 300mts de las playas más lindas de la capital alagoense: Pajuçara y Ponta Verde. Hacia el otro lado podía llegar a 900mts a Jatiuca. Pedro, el dueño, me presentó a Chrystiane, Thayslane, Arthur y Michelle, que trabajaban en la recepción del hostel. Además de las personas de la limpieza, el casero Luiz completaba el equipo de trabajo.

Sesión de cine con Michelle

La temperatura de Maceió oscila entre los 25° y 29°, mientras que la temperatura del agua va de 26° a 28°. La ciudad prácticamente vive económicamente del comercio de coco y caña de azúcar, así como también del turismo. Es que tanto el litoral sur como el litoral norte del estado poseen playas que son realmente un espectáculo. Es por eso que no perdí tiempo y ya los primeros días estaba recorriendo las playas del lugar.

Paseo en Ponta Verde

PONTA VERDE, PAJUÇARA Y JATIUCA
Mar verdeazulado, piscinas naturales, mucha arena y cantidad de cocoteros inclinados hacen de Ponta Verde una de las postales de la ciudad. Además la costanera posee ciclovía, mercados de artesanías, y espacio para correr, vendedores ambulantes, etc...para disfrutar todo el día y también la noche en sus destacados restaurantes (Kanoa, Lopana o el siempre lleno Parmegiano que visitaba con Davi, oriundo de Brasilia). Los domingos la costanera es cerrada y se vuelve peatonal, para disfrutar en familia, para caminar o andar en bicicleta, skate, carritos, etc...

Ponta Verde

Pajuçara es la continuación de Ponta Verde y posee el mismo encanto. Por la mañana temprano las xangadas (son tipo veleros) aprovechan la marea baja para hacer sus paseos por las piscinas naturales para disfrutar de peces y corales. La playa termina sobre el antiguo barrio Jaguará, primer barrio de la ciudad, hoy ocupado sólo con galpones.

Pajuçara

Más allá se puede encontrar el barrio Centro, que no me llamó la atención ya que sólo contiene locales y edificios comerciales. Sobre la avenida a continuación, se puede ver una réplica en menor tamaño de la estatua de la libertad. Frente a ella la Praia da Avenida, antiguamente la playa más linda según opinan los vecinos, hoy contaminada por desagües cloacales y desechos tóxicos, que la hacen impropia para baño.

Jatiuca

La playa Ponta Alta es la última playa urbana, rodeada por barrios humildes de artesanos y pescadores, quienes venden sus productos en la calle. Hacia el otro lado de Ponta Verde encontramos Jatiuca, una hermosa playa en la que la diferencia que existe con las anteriores son las grandes olas que se pueden disfrutar aquí. De larga extensión, también posee lugar de entrenamiento que incluye profesor gratuito en ciertos horarios (que obviamente no aproveché).

Paseo por Jatiuca

PRAIA DO FRANCÉS, BARRA DE SÃO MIGUEL Y PRAIA DO GUNGA
La Praia do Francés es vecina de Marechal Deodoro (primer presidente republicano de Brasil), la primera capital del estado, y Patrimonio Histórico Nacional. Disputada por Francia, Holanda y Portugal en la época de la colonización, terminó ganando el nombre que lleva hoy. La característica de esta playa es que está dividida en dos partes, una cercada con arrecifes de corales y otra más selvaje y con ondas fuertes. La visité con Pedro, Arthur y Luiz, cuando fuimos a observar un nuevo complejo hotelero en la zona. Luego, volví a pasar con Edney, cuando fuimos a Praia do Gunga.

Praia do Francés

Conocí Praia do Gunga a través de un turismo con un huésped de Manaos, Edney, en los días en que junto a Cassiano de Curitiba y Bruno de Río de Janeiro compartíamos X Burguer (tipo súper hamburguesas, la mía con panceta obvio) en la playa. Durante el camino pasamos por el área de preservación ambiental, lugar llena de árboles y cocoteros. También por la Ilha Santa Rita que posee el condominio más lujoso de la zona, donde Xuxa y Felipão (DT) poseen casas.

Veleros de paseo en Barra de São Miguel

La primera parada fue en Praia do Francés, y luego en Barra de São Miguel (que conocí con Muriel y contaré a continuación), y finalmente llegamos a Praia do Gunga. Esta playa tenía el paso por tierra cerrado hace unos 5 o 6 años, dado que está dentro de una propiedad privada, conocida con el nombre de fazenda. Hasta que el dueño se avivó y dejó pasar a la gente, instalando antes 5 restaurantes sobre las playas para aprovechar a los turistas. Desde la entrada se puede observar la extensión de la granja, repleta de cocoteros, y el punto donde el agua dulce choca con el mar.

Fazenda Praia do Gunga

Sobre la playa vemos restaurantes en precio, y posibilidad de "volar". Una lancha con parapente que despega del mar, una especie de botas con propulsión a chorro y el parapente con ventilador son las opciones disponibles. Experiencias bastante caras, por lo que con Edney optamos por una sana caminata sobre la orilla. Mientras más uno se aleja, más fuerte son las olas. Encontramos también bancos de arena y pescadores. Finalmente volvimos y comimos los sanguches que habíamos preparado la noche anterior (estaba cara la langosta).

Praia do Gunga

Antes de volver pudimos aprovechar un baño del lado de la Lagoa do Roteiro, donde el agua es más calma y posee otro color. La marea comienza poco a poco a subir por sobre las mesas de los restaurantes, dejando a los clientes con los pies bajo el agua dulce.

Lagoa do Roteiro

En cuanto a Barra de São Miguel, fuimos con Muriel por nuestra cuenta. La barrera de corales forma piscinas naturales donde uno se siente a gusto para tomar baño. Es ideal para familias. Cuando la marea está baja también existe una extensión de arena que queda al descubierto y se interrumpe sólo por el paso de la Lagõa do Roteiro que impide alcanzar la costa de la Praia do Gunga. La comida en la playa es muy barata, gracias a los vendedores ambulantes disfrutamos de pescado (siri) y acarajé (tanto que extrañaba la comida baiana).

Barra de São Miguel

El litoral sur se completa con los Canyons de São Francisco. No llegué a conocer ya que el paseo que iba a hacer se canceló cuando dos días antes murió ahogado un conocido actor brasilero (Domingos Montagner) en el lugar, mientras filmaba los últimos capítulos de la novela del momento "Velho Chico". Aproveché y fui a comer un típico plato baiano con banana frita y camarones con mi coterránea del antepasado polaco Justina.

Las aguas claras de Barra de São Miguel

EL LITORAL NORTE
Por una cuestión de tiempos y de dinero (ya que los paseos se encarecen), no llegué a conocer las playas del litoral norte. Las que continúan la costa de Jatiuca poseen las mismas bellezas naturales, como Ypioca (que contiene el complejo Hibiscus), Paripueira y São Miguel dos Milagres. Desde Barra de Santo Antonio, en la playa Capitão Nicolás se puede adquirir el paseo por una hermosa playa con cerros y formaciones rocosas llamada Carro Quebrado.

Carro Quebrado (foto de archivo)

La otra playa renombrada, situada entre Maceió y Recife, es Maragogi, con unas piscinas naturales color azul turquesa, en donde (cuando la marea está baja) se puede realizar un paseo con snorkel que resulta uno de los más lindos del estado. Junto a Porto de Galinhas (Pernambuco) es de los tours más buscados por los turistas. Algunos de estos lugares podré visitarlos también desde el estado siguiente, cuando me encuentre en mi próxima parada: Recife.

Maragogi (foto de archivo)

COSTOS:
- Praia do Francés + Barra de São Miguel + Praia do Gunga: R$20. Se pueden tomar ómnibus urbano + Van, pero el ahorro no vale la pena.
- Maragogi: R$100.
- Ypioca/Paripueira: R$25. Para Ypioca se puede tomar un ómnibus urbano.
- Canyons de São Francisco: R$300.



NEXT: Recife: Historia, playas y tiburones.



miércoles, 21 de septiembre de 2016

Arembepe: Una aventura hippie

Aldea hippie

Arembepe es un centro turístico que dista unos 30km de Salvador de Bahía. Me recomendaron visitar este curioso lugar donde el atractivo es una aldea hippie, conservada en el tiempo desde la década del '60. El día previo, un encuentro fortuito en la playa me permitió ganar una compañera de viaje: Joyce. Allá fuimos.

AREMBEPE
Es una pequeña ciudad con una hermosa playa de cara al océano Atlántico. Fue antiguamente una ciudad de pescadores, y la fiesta más importante se celebra entre Febrero y Marzo en honor a San Francico de Asís, patrón de los pescadores. La iglesia de San Francisco define la simplicidad del lugar. En las plazas encontramos bares, restaurantes y hoteles. Las calles empedradas se encuentran bordeadas por la playa de Arembepe, que cuenta con fina arena blanca y olas de gran tamaño. En una parte posee una especie de arrecife que permite disfrutar de piscinas naturales con aguas tranquilas. Del otro lado de la ciudad, el río Capivara forma una laguna. Tomamos un baño ahí, donde nos acompaño un perrito que Joyce llamó Serumaninho, en relación a un vídeo de Youtube.

Río Capivara

Al llegar a Arembepe nos dirigimos directamente a la aldea hippie, caminando por la playa. Antes de entrar en la aldea pasamos por la base del Proyecto Tamar de conservación de tortugas marinas, del que hablé en mi viaje a Praia do Forte. Aquí es donde nacen las crías, que son liberadas al mar entre Enero y Febrero, en un evento del que participa todo el pueblo. Por la playa pudimos ver señalizados los nidos, que son debidamente marcados para cuidar de ellos, claro que los perros no saben leer y a veces suelen comerse los huevos.

Playa de Arembepe

ALDEA HIPPIE
Poco a poco fuimos llegando a la aldea, localizada bien cerca del mar, en la periferia de la ciudad. La aldea ganó fama a partir de los años '60, cuando Mick Jagger y Keith Richards pasaron visitando este lugar, una de las primeras aldeas hippies de Brasil. A comienzos de los años '70 Janis Joplin vivió aquí por dos años. Artistas brasileros también la han visitado, como Novos Bahianos, Caetano Veloso y Tim Maia. La aldea preserva las características de la época, aunque a continuación los cambios fueron contados por los propios habitantes de la villa.

Entrada a la aldea

Las construcciones de las casas son hechas por las propias personas. Utilizan barro para paredes, botellas para lograr iluminación, y techo de material muchas veces. Por el interior son espacios amplios, poseen un prepiso de madera y se encuentran artefactos como televisor, heladera, ventilador, pero nada ostentoso. Da para percibir que también poseen energía eléctrica. Por el exterior pueden verse bicicletas, mandalas, piezas de arte y artesanías, todo muy colorido. Parecería a simple vista que son humildes, pero las casas son espaciosas y tienen todo lo que necesitan.

Artesanías, bicicletas y colores

Una de las personas que nos mostró la casa fue Patricio, quien estaba siendo visitado en ese momento por su hijo, proveniente de Río. Él compró la casa en 1992 y hace 20 años que vive definitivamente ahí. Nos contó que antiguamente las casas eran de paja, estilo chozas, que eran frecuentemente destruídas por tormentas fuertes. Eso hizo que poco a poco ellos mismos las fueran reforzando, y a la vez construyendo casas más fuertes.

Paredes de material y techo de paja

Nos enteramos también que en la aldea viven alrededor de 50 personas, entre grandes y chicos. Al vivir a 5' de la ciudad, los chicos tienen acceso a la escuela, y las familias están en la cercanía de hospitales, mercados y servicios básicos de la ciudad. Patricio dijo entonces que la luz y el agua son recibidos gratuitamente a través de un acuerdo con el municipio de Arembepe. Hace varios años se vivía sin luz, pero la presencia de niños exigió ciertas comodidades, como agua caliente para el baño y heladera para mantener los alimentos.

La aldea alberga 50 personas

También nos contó que los terrenos no son de ellos, sólo las casas, por lo que nadie puede contruir nuevas casas allí ni comprar terrenos. La única forma de vivir ahí es comprar una casa existente. Los valores oscilan entre R$80.000 y R$120.000 (serían $400.000 y $600.000 -pesos argentinos-).

Casas espaciosas, fuertes y equipadas

Seguimos caminando con Joyce y encontramos la feria de artesanías. Varios artesanos exponen sus artes hechas con madera trabajada y piedras preciosas (muchas traídas desde la Chapada Diamantina). Destacan en general pulseras, collares y objetos para fumar tabaco o marihuana. En realidad me inclino más para lo segundo, ya que la marihuana, como el mar, se huele en el ambiente. Ahí fue que encontramos a Black, un artesano con más de 10 años en la aldea hippie.

Janis Joplin vivía en las dunas, a metros del mar

Black nos contó que la aldea hippie nació en realidad en los años '40, como una aldea de pescadores. El contexto sociopolítico de los '60 la convirtió poco a poco en una aldea hippie, la cual fue ganando repercusión hacia el fin de la década. En ese momento Black tenía 6 años y no se encontraba allí, sin embargo el habitante con más tiempo en la aldea hace 60 años que habita en ella y contó que Janis Joplin tenía dos casas allí: una en la aldea y otra en las dunas más cerca del mar. Cocinaba en una gran olla e invitaba a toda la aldea a comer a su casa. Esa comunidad era como una gran familia y no tenían problemas en andar con poca ropa, viviendo en chozas con un sentido de pertenencia total, entregada a esa vida de paz, amor y libertad que pregonaban.

Ventana hacia la feria

También en la feria Joyce comenzó a entablar conversación con Amelia, quien hace unos 15 años que conoce la aldea y hace 10 años vive en ella en una casa que previamente fue escuela de preescolar. Nos invitó a su casa, en donde conocimos a su pareja, el Portuga (sobrenombre que hace referencia a su crianza, en manos de portugueses). No mostraron su casa  y sus sembrados y nos invitaron a almorzar. Comimos verduras condimentadas que fueron cocinadas en una olla de barro, sobre una parrillita improvisada.

Almuerzo hippie con José de Alencar

Ellos nos hablaron de cómo las personas de la aldea fueron rotando, gente que vivió unos años y luego siguió otros caminos. Muchas veces esto se debe a diferentes etapas de la aldea. Recientemente fue un punto táctico de tráfico de drogas y pasaron un tiempo violento y peligroso por ejemplo. Por otra parte, los marcados cambios en el tiempo y las diferencias con aquella aldea de hace 20 o 30 años (la tecnología, la luz, las casas de material, etc...) llevaron también al cambio de gente. Si bien todos se ayudan, el sentimiento de comunidad hippie ha mutado gracias a que el capitalismo ha invadido poco a poco este espacio.

Joyce, Amelia y Portuga

Esto se observa en la creación de la feria de artesanos, para aprovechar a los turistas, y la existencia del camping como negocio, que complica la solidaridad de quienes viven ahí de invitar a los turistas a sus casas. Esto mismo pasa con el restaurante del lugar. En el caso de Portuga, trabajó en varias empresas hasta dedicarse completamente a las artesanías. Comerciaba en el Mercado Modelo, en Salvador, durante el día y volvía a la aldea por la tarde. Ahora el comercio se realiza dentro de la aldea, a través de la feria. Esas cuestiones hacen que los lugareños busquen otros lugares y aldeas para vivir, más cercano a sus creencias. De los lugares en cuestión surgen Vale do Capão (en Chapada Diamantina) e Imbassaí (donde ellos ya están construyendo su casa).

Arrecifes al atardecer

Para la vuelta nos llevamos todos estos relatos que ilustran la vida de antes y de ahora en la aldea hippie, en donde se intenta, a pesar del tiempo, vivir alejados del consumismo y del sistema capitalista. En algunas cuestiones se logra más y en otras menos. Joyce también se llevó una picazón en sus piernas causada por el mar. Luego de intentar apaciguarla con agua y con crema hizo algo imperdonable: compró una lata de cerveza para vaciarla sobre sus piernas ante la mirada atenta de la vendedora y de los transeúntes de la plaza. Lo bueno es que era Itaipava. Lo increíble es que funcionó. Lo triste es el perfume de cebada con la que subió al ómnibus.

CÓMO LLEGAR / DÓNDE QUEDARSE
Se toma el ómnibus hacia Monte Grande. Sale cada 30' desde Lapa, pasa por la paralela, la Av. Vasco da Gama, la terminal de ómnibus y el Salvador Shopping. Demora 1h 20'. Se puede hacer noche en el camping, tiene un precio de R$10 por persona.



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