Aldea hippie |
Arembepe es un centro turístico que dista unos 30km de Salvador de Bahía. Me recomendaron visitar este curioso lugar donde el atractivo es una aldea hippie, conservada en el tiempo desde la década del '60. El día previo, un encuentro fortuito en la playa me permitió ganar una compañera de viaje: Joyce. Allá fuimos.
AREMBEPE
Es una pequeña ciudad con una hermosa playa de cara al océano Atlántico. Fue antiguamente una ciudad de pescadores, y la fiesta más importante se celebra entre Febrero y Marzo en honor a San Francico de Asís, patrón de los pescadores. La iglesia de San Francisco define la simplicidad del lugar. En las plazas encontramos bares, restaurantes y hoteles. Las calles empedradas se encuentran bordeadas por la playa de Arembepe, que cuenta con fina arena blanca y olas de gran tamaño. En una parte posee una especie de arrecife que permite disfrutar de piscinas naturales con aguas tranquilas. Del otro lado de la ciudad, el río Capivara forma una laguna. Tomamos un baño ahí, donde nos acompaño un perrito que Joyce llamó Serumaninho, en relación a un vídeo de Youtube.
Río Capivara |
Al llegar a Arembepe nos dirigimos directamente a la aldea hippie, caminando por la playa. Antes de entrar en la aldea pasamos por la base del Proyecto Tamar de conservación de tortugas marinas, del que hablé en mi viaje a Praia do Forte. Aquí es donde nacen las crías, que son liberadas al mar entre Enero y Febrero, en un evento del que participa todo el pueblo. Por la playa pudimos ver señalizados los nidos, que son debidamente marcados para cuidar de ellos, claro que los perros no saben leer y a veces suelen comerse los huevos.
Playa de Arembepe |
ALDEA HIPPIE
Poco a poco fuimos llegando a la aldea, localizada bien cerca del mar, en la periferia de la ciudad. La aldea ganó fama a partir de los años '60, cuando Mick Jagger y Keith Richards pasaron visitando este lugar, una de las primeras aldeas hippies de Brasil. A comienzos de los años '70 Janis Joplin vivió aquí por dos años. Artistas brasileros también la han visitado, como Novos Bahianos, Caetano Veloso y Tim Maia. La aldea preserva las características de la época, aunque a continuación los cambios fueron contados por los propios habitantes de la villa.
Entrada a la aldea |
Las construcciones de las casas son hechas por las propias personas. Utilizan barro para paredes, botellas para lograr iluminación, y techo de material muchas veces. Por el interior son espacios amplios, poseen un prepiso de madera y se encuentran artefactos como televisor, heladera, ventilador, pero nada ostentoso. Da para percibir que también poseen energía eléctrica. Por el exterior pueden verse bicicletas, mandalas, piezas de arte y artesanías, todo muy colorido. Parecería a simple vista que son humildes, pero las casas son espaciosas y tienen todo lo que necesitan.
Artesanías, bicicletas y colores |
Una de las personas que nos mostró la casa fue Patricio, quien estaba siendo visitado en ese momento por su hijo, proveniente de Río. Él compró la casa en 1992 y hace 20 años que vive definitivamente ahí. Nos contó que antiguamente las casas eran de paja, estilo chozas, que eran frecuentemente destruídas por tormentas fuertes. Eso hizo que poco a poco ellos mismos las fueran reforzando, y a la vez construyendo casas más fuertes.
Paredes de material y techo de paja |
Nos enteramos también que en la aldea viven alrededor de 50 personas, entre grandes y chicos. Al vivir a 5' de la ciudad, los chicos tienen acceso a la escuela, y las familias están en la cercanía de hospitales, mercados y servicios básicos de la ciudad. Patricio dijo entonces que la luz y el agua son recibidos gratuitamente a través de un acuerdo con el municipio de Arembepe. Hace varios años se vivía sin luz, pero la presencia de niños exigió ciertas comodidades, como agua caliente para el baño y heladera para mantener los alimentos.
La aldea alberga 50 personas |
También nos contó que los terrenos no son de ellos, sólo las casas, por lo que nadie puede contruir nuevas casas allí ni comprar terrenos. La única forma de vivir ahí es comprar una casa existente. Los valores oscilan entre R$80.000 y R$120.000 (serían $400.000 y $600.000 -pesos argentinos-).
Casas espaciosas, fuertes y equipadas |
Seguimos caminando con Joyce y encontramos la feria de artesanías. Varios artesanos exponen sus artes hechas con madera trabajada y piedras preciosas (muchas traídas desde la Chapada Diamantina). Destacan en general pulseras, collares y objetos para fumar tabaco o marihuana. En realidad me inclino más para lo segundo, ya que la marihuana, como el mar, se huele en el ambiente. Ahí fue que encontramos a Black, un artesano con más de 10 años en la aldea hippie.
Janis Joplin vivía en las dunas, a metros del mar |
Black nos contó que la aldea hippie nació en realidad en los años '40, como una aldea de pescadores. El contexto sociopolítico de los '60 la convirtió poco a poco en una aldea hippie, la cual fue ganando repercusión hacia el fin de la década. En ese momento Black tenía 6 años y no se encontraba allí, sin embargo el habitante con más tiempo en la aldea hace 60 años que habita en ella y contó que Janis Joplin tenía dos casas allí: una en la aldea y otra en las dunas más cerca del mar. Cocinaba en una gran olla e invitaba a toda la aldea a comer a su casa. Esa comunidad era como una gran familia y no tenían problemas en andar con poca ropa, viviendo en chozas con un sentido de pertenencia total, entregada a esa vida de paz, amor y libertad que pregonaban.
Ventana hacia la feria |
También en la feria Joyce comenzó a entablar conversación con Amelia, quien hace unos 15 años que conoce la aldea y hace 10 años vive en ella en una casa que previamente fue escuela de preescolar. Nos invitó a su casa, en donde conocimos a su pareja, el Portuga (sobrenombre que hace referencia a su crianza, en manos de portugueses). No mostraron su casa y sus sembrados y nos invitaron a almorzar. Comimos verduras condimentadas que fueron cocinadas en una olla de barro, sobre una parrillita improvisada.
Almuerzo hippie con José de Alencar |
Ellos nos hablaron de cómo las personas de la aldea fueron rotando, gente que vivió unos años y luego siguió otros caminos. Muchas veces esto se debe a diferentes etapas de la aldea. Recientemente fue un punto táctico de tráfico de drogas y pasaron un tiempo violento y peligroso por ejemplo. Por otra parte, los marcados cambios en el tiempo y las diferencias con aquella aldea de hace 20 o 30 años (la tecnología, la luz, las casas de material, etc...) llevaron también al cambio de gente. Si bien todos se ayudan, el sentimiento de comunidad hippie ha mutado gracias a que el capitalismo ha invadido poco a poco este espacio.
Joyce, Amelia y Portuga |
Esto se observa en la creación de la feria de artesanos, para aprovechar a los turistas, y la existencia del camping como negocio, que complica la solidaridad de quienes viven ahí de invitar a los turistas a sus casas. Esto mismo pasa con el restaurante del lugar. En el caso de Portuga, trabajó en varias empresas hasta dedicarse completamente a las artesanías. Comerciaba en el Mercado Modelo, en Salvador, durante el día y volvía a la aldea por la tarde. Ahora el comercio se realiza dentro de la aldea, a través de la feria. Esas cuestiones hacen que los lugareños busquen otros lugares y aldeas para vivir, más cercano a sus creencias. De los lugares en cuestión surgen Vale do Capão (en Chapada Diamantina) e Imbassaí (donde ellos ya están construyendo su casa).
Arrecifes al atardecer |
Para la vuelta nos llevamos todos estos relatos que ilustran la vida de antes y de ahora en la aldea hippie, en donde se intenta, a pesar del tiempo, vivir alejados del consumismo y del sistema capitalista. En algunas cuestiones se logra más y en otras menos. Joyce también se llevó una picazón en sus piernas causada por el mar. Luego de intentar apaciguarla con agua y con crema hizo algo imperdonable: compró una lata de cerveza para vaciarla sobre sus piernas ante la mirada atenta de la vendedora y de los transeúntes de la plaza. Lo bueno es que era Itaipava. Lo increíble es que funcionó. Lo triste es el perfume de cebada con la que subió al ómnibus.
CÓMO LLEGAR / DÓNDE QUEDARSE
Se toma el ómnibus hacia Monte Grande. Sale cada 30' desde Lapa, pasa por la paralela, la Av. Vasco da Gama, la terminal de ómnibus y el Salvador Shopping. Demora 1h 20'. Se puede hacer noche en el camping, tiene un precio de R$10 por persona.
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